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Escenario de experiencias sensoriales y emocionales para el aprendizaje significativo de los valores culturales y sociales en la plaza de mercado las ferias de Bogotá

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Date
2018Author
Vargas Alvarado, Andrea Irene
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González Castro, Jorge Arturo
Metadata
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La experiencia de ingreso a una plaza de mercado ofrece una sinfonía de sensaciones en la que se
mezclan los aromas, texturas y colores de cada elemento que la componen; su gente la convierte
en un espacio vívido que se alimenta de los saberes, refranes y experiencias propios del entorno,
llevándolos a conservar una de las más hermosas tradiciones de interacción que ha tenido desde
siempre la humanidad.
Es hora de mercar.
Las plazas de mercado son más que una operación comercial, son espacios de fundamental
actividad, producción, discurso propio y prácticas de la memoria popular, que busca la
preservación de las costumbres y de la cultura histórica del país, ya que en las plazas de mercado
no solo se venden cosas, sino que presentan una buena cantidad de servicios a la comunidad
(Barbero, 1981).
Al interior de las ciudades, se abre un mundo de posibilidades cuando de comprar bienes y
servicios se trata. El crecimiento poblacional, invita a instaurar nuevos centros de comercio en los
que se generan nuevas experiencias y maneras diferentes de interactuar, y vivir la ciudad, buscando
en forma permanente adaptarse a los cambios y modernización que el entorno impone. Los nuevos
espacios de comercio han reducido en forma paulatina y casi inconsciente la visualización y visita
a la plaza de mercado como un centro de encuentro, cultura y comercialización de productos de
buena calidad y bajo costo, fenómeno que se afianza con el paso del tiempo y el surgimiento de
nuevas generaciones de ciudadanos, es decir, que con el paso del tiempo muchos de estos recuerdos
van a ir desapareciendo poco a poco de generación en generación.
El fenómeno antes descrito, ha llevado a los ciudadanos a perder el interés de conocer y disfrutar
de estos lugares maravillosos que son las plazas de mercado de nuestro país, perdiendo la
posibilidad de gozar de su riqueza gastronómica, diversidad de opciones, sinfonía de colores,
sabores y aromas, que se sazonan de manera perfecta con los vendedores y sus saberes
tradicionales y culturales, en los que el regateo, el refranero y los modismos propios del entorno,
hacen de él un espacio que alimenta experiencias sensoriales y emocionales de alto nivel para propios y visitantes, los cuales difícilmente se pueden encontrar tan siquiera de la misma manera
en un centro de abastecimiento de productos como lo son las grandes superficies.