- Universidad Piloto de Colombia
- Trabajos de grado - Posgrado
- Facultad Ciencias Sociales y Empresariales
- Especialización en Gerencia de Proyectos
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Aprendo y conozco mi ambiente jugando: una herramienta de educación ambiental para las islas de Providencia y Santa Catalina

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Date
2017Author
Peñaloza Newball, Giovanna
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Velandia Sánchez, Camilo Andrés / Asesor
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La Ley 99 de 1993, crea el Ministerio del Medio Ambiente y las Corporaciones autónomas regionales con una serie de políticas y mecanismos de articulación con el Ministerio de Educación Nacional, para la adopción conjunta de programas, planes de estudio y propuestas curriculares en materia de Educación Ambiental. Esto con el fin de aunar esfuerzos en el fortalecimiento del Sistema Nacional Ambiental (SINA) y de
lograr los impactos requeridos en lo que a la construcción de una cultura ambiental se refiere (Política nacional de educación ambiental, 2002).
También, la Ley 70 de 1993, incorpora en varios de sus artículos la dimensión ambiental dentro de los programas de etnoeducación, dirigidos a las comunidades afrocolombianas que habitan los territorios aledaños al mar Pacífico, elemento este importante para la proyección de las políticas nacionales educativas y ambientales y su contextualización en el marco de la diversidad cultural y atendiendo a las cosmovisiones
propias del carácter pluricultural del país (Política nacional de educación ambiental, 2002).
De acuerdo a estos antecedentes y teniendo en cuenta que ambas condiciones se cumplen para el Archipiélago de San Andrés, Providencia y Santa Catalina el único departamento insular de Colombia, se originó la idea de este proyecto que va dirigido a mejorar las técnicas de educación ambiental aplicadas en las instituciones educativas en un territorio donde se encuentra asentada una minoría étnica.
Las características sociales, culturales y ambientales en si son un reto para la formulación e implementación del proyecto debido a que las costumbres de la población que se trasfieren de generación en generación muchas veces van en contravía de las acciones de conservación que se promueven localmente.
De allí la importancia de trabajar con docentes que educan a los niños entre los 5 y 11 años de edad; para que como formadores aprendan y apliquen métodos de enseñanza de educación ambiental más simples y prácticos utilizando herramientas que tengan a la mano como el juego y las salidas de campo, permitiendo que los estudiantes dimensionen y experimenten la riqueza ambiental, la biodiversidad y los recursos
naturales de las islas, generando sensibilidad y conciencia de los impactos naturales y antrópicos que sufren los ecosistemas y de esta manera contribuir a un cambio gradual en la mentalidad de los niños y jóvenes hacia la construcción de una comunidad más consiente, sostenible y resiliente.